La polémica entre el PP y el PSOE en la Caja continúa. Desde Castilla, el PP insiste: Olga Palacio debe dimitir; desde León, el PSOE replica: Olga Palacio sigue. ¿Cuál será el desenlace?
F. RAMOS
Un día más y sigue sin convocarse la investidura de Ángel Hermida. Paciencia, todo llegará. Pero hoy toca hablar de Sanidad y, por ende, de Guisa(solo) de Castilla, que aterriza en León, pero lo hace para visitar un hospital privado. Ya lo denunciaron los sindicatos, cuando aseguraron que la falta de camas en los hospitales públicos de la provincia, sobre todo en el de León, haría que la Junta mimara a las clínicas privadas y, mira por donde, van a tener razón. A un mes de que se cumpla el año desde que los consejeros, incluido el ínclito que ¿dirige y gestiona? la Sanidad pública, tomarán posesión, el máximo responsable de la Sanidad sólo ha venido a León a un par de saraos, a unos bolos. Aún le están esperando por el Hospital de León -cabe recordar que se encuentra en su última fase de obras de mejora y ampliación y que ha sufrido un cambio de gerente, que ni siquiera se dignó a presentar públicamente-, o en cualquiera otro de los centros sanitarios públicos de León. El cabreo entre los directivos sanitarios leoneses es manifiesto, lo que sucede es que callan, ...de momento.
Guisa(solo) de Castilla castiga con su desprecio a la sanidad leonesa y, sobre todo, a sus médicos, a los que no perdona que se atrevieran a montarle una huelga, que su consejería quiso siempre minimizar cocinando los datos de participación para hacerlos totalmente irreales; que pregunte a quienes aún hoy esperan una consulta o una operación. Nunca dio la cara durante el conflicto, para eso tenía a Fontsaré y a su directora general de Recursos Humanos, cuyo ascenso, por cierto, ha sido meteórico: de directora provincial de Educación en Valladolid a gestionar los recursos humanos del Sacyl, hoy por hoy la mayor empresa de la comunidad. A eso se le llama promoción interna.
Guisa(solo) de Castilla castiga con su desprecio a la sanidad leonesa y, sobre todo, a sus médicos, a los que no perdona que se atrevieran a montarle una huelga, que su consejería quiso siempre minimizar cocinando los datos de participación para hacerlos totalmente irreales; que pregunte a quienes aún hoy esperan una consulta o una operación. Nunca dio la cara durante el conflicto, para eso tenía a Fontsaré y a su directora general de Recursos Humanos, cuyo ascenso, por cierto, ha sido meteórico: de directora provincial de Educación en Valladolid a gestionar los recursos humanos del Sacyl, hoy por hoy la mayor empresa de la comunidad. A eso se le llama promoción interna.
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