domingo, 17 de agosto de 2008

Leonesismo, fundamentos y personas

Prensa - Diario de Leon - 14/08/2008

TRIBUNA
María Arias

 DURANTE estos días los medios de comunicación cubren las noticias sobre la inhabilitación de Otero, Rubinat y Castresana con esplendidez. Es verano y hay pocas noticias que contar. Algunos incluso se permiten la licencia de hablar de la «ruptura» de la Unión del Pueblo Leonés. Sin embargo el trío de los cien millones carece de apoyo, tal y como se apreció con la falta de defensores en el comité ejecutivo que decidió su castigo. Tampoco en la prensa se ha dejado sentir apoyo concreto alguno en forma de cartas o tribunas, más allá de algunas llamadas a la unidad del leonesismo.

Sin embargo el ruido que se ha generado en torno a este suceso ha producido confusión y desconcierto entre algunos leonesistas. Por esta razón resulta necesario advertir de que ese rumor mediático no es sino mera espuma. Los fundamentos del leonesismo no se han movido un ápice. Que un procurador leonesista no tenga nada que decir en una reforma estatutaria autonómica o que justifique una fusión de cajas en Castilla y León, por no citar otros episodios bochornosos, le desautoriza para apelar a un supuesto buen hacer y muestra cómo se postula para algo que poco tiene que ver con la Unión del Pueblo Leonés. De sus corifeos poco se puede añadir, dispuestos como están a serlo por puro débito personal, que no por convicciones ideológicas.

La inhabilitación es un aviso para navegantes que aspiren a liderazgos prescindiendo de las convicciones. A la UPL se debería llegar por ellas, y dirigirla debería ser una vocación personal para alcanzar y compartir sus metas, orientadas siempre al objetivo final de la autonomía. Por esta razón la UPL queda más limpia, más honesta con sus votantes, más transparente ahora. Este partido necesita personas con la autoridad que dan los argumentos, las acciones y compromisos claros sustentados en las ideas leonesistas. Se requiere un talante integrador capaz de aglutinar el regionalismo moderado y el nacionalismo confederal; ambos necesarios para obtener un leonesismo completo y representativo de la ciudadanía.

Y, finalmente, ¿qué buscamos realmente los leonesistas? Buscando en las fuentes de esta idea se concluye que los leoneses aspiramos a una autonomía, en paridad con el resto de territorios, a través de tres vertientes: la cultural, la económica y la política. La primera para que nuestra cultura autóctona sea reconocida y valorizada; para que pueda evolucionar, ser resintetizada, modernizada e integrada en el magma de la sabiduría universal. La autonomía económica pretende que nuestros recursos públicos sean invertidos conforme a un proyecto propio, leonés, capaz de hacer llegar el bienestar a cada uno de los rincones de León, algo que hoy no se cumple. La autonomía política es la herramienta para lograr las anteriores, restaurar la notoriedad que nos corresponde y que los leoneses recuperen la autoestima colectiva que nos han robado, instrumento para proyectar lo leonés más allá de nuestros confines sin complejos, con la seguridad de que no queremos imponernos a nadie y la de que tampoco estamos dispuestos a ser menos.

Por eso, aunque las personas son importantes, sin ideas no tienen nada que hacer en la nueva Unión del Pueblo Leonés. Este partido aspira a hacer las cosas de otra manera y, pese a que nos pueda costar la supervivencia, o los intentamos ahora o nos convertiremos en una simple oficina de empleo para algunos ventajistas.

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