HISTORIAS DEL REINO
MARGARITA TORRES
ESTÁ visto que este León de nuestros amores no sale en los noticiarios nacionales televisados ni aunque venga la Pantoja y confiese que se ha depilado los pelos de las piernas a mordiscos, o nos visite Bush después de abducirlo un OVNI. Nada, que ni por esas existimos para algunos medios. Ha pocas jornadas que Zapatero visitó las mejoras ferroviarias que pretenden recolocar a nuestra ciudad en el puesto neurálgico del noroeste peninsular, que por otra parte ocupó siempre por más que León de la Riva pretenda enmendarle la plana a la geografía física. Días después arriba de nuevo a la patria el presidente del Gobierno, acompañado por el de la Comunidad Autónoma, para inaugurar las nuevas instalaciones de Syva, que nos ha catapultado al tercer puesto nacional de su sector, sólo por detrás de Barcelona o Madrid.
Y entre noticia y buena nueva digna de minuto en la caja tonta, hete aquí que para alguna televisión nacional, cuando llega la hora del No-Do a eso de las 15:00, tales fastos no merecen ni un renglón, ni una imagen, ni nada, pues retransmiten en directo «desde la capital de la autonomía», con el ayuntamiento de Pucela a las espaldas de los locutores y un uno y dos ceros rojos colgados de la fachada. Magna circunstancia, el edificio cumple cien años, espeluznante novedad digna de figurar en el Guinness de la memoria de la raza humana, poliédrica mezcolanza de todas las guindas de la tarta de la exclusiva, capaz de ensombrecer a Obama, McCain, la crisis, las inmobiliarias y hasta el embarazo de Carolina Herrera Jr. Medio telediario a mayor gloria del regidor pucelano, con imágenes en blanco y negro y todo, con los Celtas Cortos -cada vez más calvos y menos celtas- nostálgicos de sus tapitas de chistorra, con varios actores disfrazados de supervivientes del Titanic por sus calles, entrevistados en directo y todo para millones de televidentes.
Y puestos a ensalzar, ensalcemos, que paga el contribuyente, y repitamos ad nauseam, para que se entere hasta el más tonto de los leoneses y de los castellanos, que Valladolid es capital de la autonomía. Añadamos, palabras de León de la Riva en directo para toda España, que Valladolid es ciudad rica, atractiva, polo imantado que todo lo atrae. Cosmopolita Nueva York autonómica, añado yo, motor económico de Castillileón, cuna de las civilizaciones de Occidente, Mesopotamia del Duero hecho Pisuerga, anclaje de todo organismo oficial que se precie. Por un momento el arrebolado alcalde hasta asemejaba Golum pero con más pelos. Lo digo por aquello de «mi tesoro»¿
Válgame el cielo si contasen con nuestras murallas romanas, las Médulas, la Catedral o San Isidoro, hubieran sido epicentro de un reino como el nuestro, padre de Castilla y Portugal y cuna de las libertades desde 1188, o simplemente capitaneado Castilla, la auténtica, la de Burgos. Espantado, el conde leonés Pedro Ansúrez, fundador de Valladolid, se tapó sus oídos de estatua de bronce al escuchar del regidor pucelano las loas. Menos mal que el alcalde del Pisuerga en el apellido lleva la penitencia.
ESTÁ visto que este León de nuestros amores no sale en los noticiarios nacionales televisados ni aunque venga la Pantoja y confiese que se ha depilado los pelos de las piernas a mordiscos, o nos visite Bush después de abducirlo un OVNI. Nada, que ni por esas existimos para algunos medios. Ha pocas jornadas que Zapatero visitó las mejoras ferroviarias que pretenden recolocar a nuestra ciudad en el puesto neurálgico del noroeste peninsular, que por otra parte ocupó siempre por más que León de la Riva pretenda enmendarle la plana a la geografía física. Días después arriba de nuevo a la patria el presidente del Gobierno, acompañado por el de la Comunidad Autónoma, para inaugurar las nuevas instalaciones de Syva, que nos ha catapultado al tercer puesto nacional de su sector, sólo por detrás de Barcelona o Madrid.
Y entre noticia y buena nueva digna de minuto en la caja tonta, hete aquí que para alguna televisión nacional, cuando llega la hora del No-Do a eso de las 15:00, tales fastos no merecen ni un renglón, ni una imagen, ni nada, pues retransmiten en directo «desde la capital de la autonomía», con el ayuntamiento de Pucela a las espaldas de los locutores y un uno y dos ceros rojos colgados de la fachada. Magna circunstancia, el edificio cumple cien años, espeluznante novedad digna de figurar en el Guinness de la memoria de la raza humana, poliédrica mezcolanza de todas las guindas de la tarta de la exclusiva, capaz de ensombrecer a Obama, McCain, la crisis, las inmobiliarias y hasta el embarazo de Carolina Herrera Jr. Medio telediario a mayor gloria del regidor pucelano, con imágenes en blanco y negro y todo, con los Celtas Cortos -cada vez más calvos y menos celtas- nostálgicos de sus tapitas de chistorra, con varios actores disfrazados de supervivientes del Titanic por sus calles, entrevistados en directo y todo para millones de televidentes.
Y puestos a ensalzar, ensalcemos, que paga el contribuyente, y repitamos ad nauseam, para que se entere hasta el más tonto de los leoneses y de los castellanos, que Valladolid es capital de la autonomía. Añadamos, palabras de León de la Riva en directo para toda España, que Valladolid es ciudad rica, atractiva, polo imantado que todo lo atrae. Cosmopolita Nueva York autonómica, añado yo, motor económico de Castillileón, cuna de las civilizaciones de Occidente, Mesopotamia del Duero hecho Pisuerga, anclaje de todo organismo oficial que se precie. Por un momento el arrebolado alcalde hasta asemejaba Golum pero con más pelos. Lo digo por aquello de «mi tesoro»¿
Válgame el cielo si contasen con nuestras murallas romanas, las Médulas, la Catedral o San Isidoro, hubieran sido epicentro de un reino como el nuestro, padre de Castilla y Portugal y cuna de las libertades desde 1188, o simplemente capitaneado Castilla, la auténtica, la de Burgos. Espantado, el conde leonés Pedro Ansúrez, fundador de Valladolid, se tapó sus oídos de estatua de bronce al escuchar del regidor pucelano las loas. Menos mal que el alcalde del Pisuerga en el apellido lleva la penitencia.
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