Diario de Leon - 14/04/2009
A. Caballero
Los vecinos exigen la cesión de estas infraestructuras para dotar de equipamientos a la zona
Recuerdan los vecinos que fue una de las primeras casas con cuarto de baño. Un avance para la década de los cincuenta. Un sofisticación para que Carmen Polo, el 23 de septiembre de 1956, pudiera evacuar sus necesidades cuando acompañó a Franco a la inauguración de la presa. Hoy, la Casona, pura arquitectura industrial, amenaza ruina sin que la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD), que tiene sus oficinas en parte de las dependencias, haga nada por evitarlo, salvo colocar un madero y unos puntales para sostener el declive del edificio. Peor es lo que sucede en Los Barracones que sirvieron de hogar a los obreros que ejecutaron las obras: se ha hundido el tejado y se ven los intestinos de las habitaciones entre las tablas que no firmaron más tregua con el abandono. «Si no lo quieren, que lo cedan al pueblo, que lo ha pedido en repetidas ocasiones para que sirva como equipamientos o, incluso, que lo vendan para un proyecto de turismo rural, que algo reportará», se quejan los habitantes de Los Barrios de Luna, acostumbrados a ver cómo las grietas crecen y las estructuras están a punto de desmoronarse. «Un par de inviernos y se vienen abajo», vaticinan.
El aviso es viejo y justificado. Antes, en los 80, se cayó el almacén de cementos que había al lado del Ventorrillo y que también pertenecía a CHD. Una nave de 100 metros de longitud y 6 metros de vano sin una sola columna. Ingeniería. Empezó a caerse y la ayudaron, como puntualizan con ironía los habitantes de Los Barrios de Luna. Hay que convivir...
La historia se remonta más allá de 1956, cuando se abrió la presa. En Los Barrios de Luna se expropiaron terrenos y se indemnizó a los propietarios, pero quien pudo y quiso se quedó. Agarrado al terruño, con un muro de 90 metros de altura por encima de la cabeza y un catálogo de fincas en el que el nombre de CHD se reparte sin mucho juicio: un recorte aquí, otro un poco más allá... «Y en Mallo, ni venden, ni alquilan, ni nada». Escasa ordenación y menor operatividad.
La queja se convierte en lamento al mirar atrás. Salvo la cesión del colchón del pantano -”el terreno que hay justo a los pies del muro-” para celebrar la fiesta del pastor, pocas compensaciones más ha tenido el pueblo por soportar el embalse. Ni siquiera en la celebración del 50 aniversario se registraron actos relevantes. «Pero no te acerques al río a cortar un palo para una escoba, que te comen», explican.
Este año, con el deshielo, es posible que se llene. 308 hectómetros cúbicos de agua bajo los que quedaron 8 pueblos. La contribución al bienestar nacional. Como en el Porma, como en Riaño. El progreso. Ese que se fue muy allá y no dejó nada en las orillas.
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